Una feroz alergia me azota cada primavera, desde mi llegada a Valencia vuelvo a repetir los estornudos desde abril hasta junio. Más largos o más cortos, más mojados o menos húmedos, más impetuosos o menos tranquilos.
Luego me anega una nubosidad (invariable) en los ojos.
Después los picores en la garganta, en el paladar, en la dermis y en la epidermis... hasta que lo único que queda por rascar son mis tripas, pero no lo hago sólo por la incomodidad de meter mi mano por la boca hasta el codo, y seguir empujando hasta llegar al estómago, sólo por eso.
Ahora justamente mi tobillo tiene un hormiguero voraz. Pero como aún estamos en un mundo civilizado, tengo mis patillitas devuelvevidas, por unas horitas otra vez respiro como ser humano normal, dejo de ser una rana explosiva y soy la invención de mí.
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