Costó entrar de nuevo, como tambalear las palabras abandonadas.
Ni siquiera recordaba la contraseña, al parecer la misión olvido funcionó, no sólo con el aborto lector, sino con todo el universo que me encadenaba.
Ahora hace mucho que no escribo más que lo que debo, sólo lo necesario para mantenerme fría y distante, sin insistir en la búsqueda. Fue un mal necesario para terminar los entierros pertinentes. Ahora me siento con más fuerzas, ciclotímica para variar, pero con media estabilidad en los dedos.
Es extraño, hay gente que sigue entrando a este sitio vampirizado, eso me anima a volver, pero esta vez sin promesas, de a poco, para no caer nuevamente en la desesperación.
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