domingo, mayo 29, 2005

Había una vez

Abuelita tuvo 7 hijos: M1., A., R., M2., C., G. y D. Cuando muere abuelito (mayo del ’80) comienza el holocausto familiar. M1 y G. estaban en Mar del Plata, cada una con su vida. M1 con un hijo (el primero de los nietos) y G. embarazada sin que nadie lo supiera. R. en Olavarría a punto de casarse; luego a 6 meses del casamiento habría de separarse. El resto de los hermanos en sus cosas.
Cierto día, algunos meses después de la muerte del abuelo, G. aparece con una hija que había nacido en noviembre de ese año (esa soy yo), nadie supo de su embarazo, sólo se vieron los resultados.
G. iba y venía desde la casa materna hasta la floreciente y mal llamada “ciudad feliz”, pero costaba mucho tener un crío a cuestas en esos tiempos: dinero, sociedad, horarios, ganas, proyectos... así que comenzó a dejarme con abuelita, la ausencia iba de días a semanas y meses, y así, de manera natural en una de esos “voy y vengo” no volvió más, para todo esto yo tendría cerca de tres años. En ese período R. ya se había separado y se fue a vivir con abuelita que estaba sola conmigo. Así fui creciendo con R., con abuelita, y con la visita de algunos tíos que aún no tenían hijos.
A los 7 años y medio el tío D. trae una carta de su hermana G. (quizás más tarde la suba al blog) que dice regresar. Esto, no fue muy bien visto por abuelita y por R., ellas había puesto las esperanza en mí, que crecía un poco enferma pero sobreviviendo, y ahora si Ella volvía me llevaría (o no). Pero bien dice el dicho “mujer prevenida vale por dos”, de manera que abuela + R.= 4, habían hecho una tenencia con un juez de menores en donde se argumentaba la desaparición y abandono de G. a la menor (yo).
Una tarde tocaron timbre, yo hacía un dictado para practicar mi ortografía, abrí y una señora me dijo:-“hola, soy tu mamá” y me abrazó. Quizás respondí: “hola, yo soy L.” (sólo quizás)
G. se había juntado con un buen Señor comunista, tenían una hija en común (atúninfame) y los hijos de él que aún eran chicos. Fue ahí que a G. le agarró la comezón del remordimiento y volvió por el paquete que se le había caído varios años antes. Con algunas visitas, conocí a mi pequeña hermana de 2 años, que según me cuentan me perseguía por toda la casa fascinada por el hallazgo de otra hermana: en realidad son pocos los recuerdos de esas épocas, armo la historia por los relatos escuchados y los registros de las cartas.
Como no hay mal ni bien que dure cien años, mi abuelita y R., confabulaciones de lo más disparatadas en el medio, echaron a G.
Y G. se fue y no volvió más.
No hace falta decir que mi adolescencia fue bastante conflictiva, igual lo diré: “Fue terrible”. R. estaba cada vez más ciclotímica, y si yo quería salir la respuesta era “vas a ser una puta igual que tu madre”, si quería tener novio “ya desde chica te gusta los tipos como a tu madre”, dijera lo que dijera venía el sopapo y “.........como tu madre”. Y yo, ofuscada por la supuesta maldad e irreverencia de mi madre, quería hacer todo lo posible para “agradar” a mi tía y, de esta manera, conseguir algún beneficio de salida o al menos respiro. Me dediqué a leer y a escribir todo el tiempo, no salía porque no me dejaban y porque no quería “parecerme a mi madre”. Sin embargo encontré en todo eso un alivio: Crear. Así, de a poquitito, inventaba universos, familias, fantasías que aparecían en el momento en que me encerraba en el baño, cuando apagaba la luz o cuando leía. Creaba lo que me apetecía y eso era lo único que tenía, mi único juego y mi única libertad.
Así la pasé hasta el año 1999, que después de muchos esfuerzos logré que me dejaran venir a Bs. As. para estudiar Letras. Ese mismo año en las vacaciones de invierno, tuve mi segundo intento de suicidio (olvidé ese detalle, el primero fue a los 13). Ambos intentos fueron en un ataque de psicosis de R. gritándome todo lo que no quería escuchar “.... igual que tu madre”. En el de los 13 tomé una caja de pastillas pero no fueron suficientes así que vomité, me desmayé y todo volvió a la "normalidad" sin que nadie se enterara. En el de los 18, ya me había asegurado tomar la cantidad suficiente, pero R. me encontró ingiriendo la última caja, me agarró de los pelos y me dijo “pero qué hace hija de puta, sabés la vergüenza que me vas hacer pasar si te matas, todo el mundo me conoce, la ciudad es chica, todos me van a señalar a mí, yo te crié para que hagas esto!!!!”. En realidad sí, ella me había educado para eso, pero de todas maneras me llevó a una clínica y tapó todo con plata para que nadie se enterara. Entonces volví a mi hermoso Bs As, viajé cada vez menos a la ciudad del horror pero nunca corté con la enferma dependencia que tenía con mi tutora (tortura-dora), no podía... el juego bipolar se había instalado en mi putrefacta existencia. Aunque tuviera sus arranques ella era, junto a abuelita, todo lo que tenía: me habían alimentado, acunado, sanado, tapado cuando hacía frío, criado, me había dado una educación... sino que? El orfanato? La calle?. Así seguí con mi vida.
A los 21, cuando todo estaba encaminado hubo un llamado al celular (que apenas hacía meses lo tenía). “Hola, habla mamy, ¿cómo estás?”, pensé que era R., que en un arranque de bondad se auto-llamaba “mamy”, pero no. En realidad era “mamy”. Luego de un par de palabras distantes pero cordiales, corté. Me daba por los ovarios que apareciera después de tanto tiempo, cuando fueron ciento de noches las que lloré sin que ella estuviera.
No supe más de G. hasta los 23 años que me decidí a buscar su TE y llamarla (por motivos no menos dolorosos pero que contaré en otro momento). Lo más hermoso de todo fue escuchar la voz de mi hermana cuando llamé por primera vez diciéndome:-“Hola, yo soy tu hermana, ahora mamá no está”. Y ahí empezó la historia de nuevo, decidí olvidarme de todo poco a poco, pero aún no lo logré. Por eso sigo escribiendo, escribo tratando de que todo sea más común, más normal, quizás de eso se trata que cuente desesperadamente, para que las angustias rodeadas de fantasmas se borren y no vuelva nunca más, ni siquiera en sueños.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TE AMO DEMASIADO