domingo, octubre 16, 2005

Parte 2

Frustrando las ausencias aparece el mínimo reflejo de la falta de tristeza.
Emerge en la noche desnuda, en la esfera que jamás deja de ponerse tensa y deliciosa. Y me dilato esperando la regresión de la euforia sobre mis tímpanos, que aunque sea “sólo un instante para todo el mundo” me ayuda a dejar puntitos azules debajo de la cama. Esculpo la distancia como si fuera un diente, le pongo ojos, orejas, manos, una espalda, un ombligo y juego con ella para que no se me hagan tan terribles los pedacitos de uñas cubiertos de sangre.
Alguna vez, parece ser esta vez, parece convertirse en el refugio de los semihuérfanos que buscan sus ciudades, que recorren la mortandad con los pensamientos llenitos de inspiración y amor. El movimiento reflejo del color de la cosa que no se sabe que es, pero que parece maravillosa. Veo, veo un almita que se cuela entre el alma de la naufragada, una lluvia arrinconada, vislumbrada en el temblor onírico. Entonces, me doy cuenta que estaba predestinada a nombrarte con todos los nombres, que toda la ausencia de toda la vida fue sólo un espejismo doblegado del azar, que la pena más honda me la arrebataron cuando mis manos estaban húmedas y sudadas de quirópteros nostálgicos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TE AMO CON TODA EL ALMA!!!!!!!