sábado, octubre 22, 2005

El bosque encantado

A las 12 en punto llegué a Retiro. Mientras caminaba crucé a una compañera de la secundaria que no veía hace unos 6 años. "Hola.. heheh bueno... chau". ¿Qué más se dice en estas ocaciones?
Retiré mi pasaje, esperé unos minutos, me subí al carruaje de La Estrella sin estrellas y me desplomé en un asiento incómodo, pero que entre tanto cansancio parecía un servicio cama-ejecutico. Cerré los ojos y pensé en un hada que me llevaba de regreso a la casa de los cocodrilos. Y me dormí en menos de 5 minutos, sin eterarme de nada más que de las miradas de las manos del sueño, me desperté por la ciudad de Azul, con mucha tormeta, tanta que pensé que seguía dormida y que ahora soñaba en la La Tempestad.
Me dí vuelta, el ser humano del asiento de al lado se había bajado en algún sitio, usé los dos asientos y temblé de frío y abrazos. LLegué a Olav. muy tarde, casi a las 7 a.m, fui a la casa vacía para llenarla y seguir durmiendo.
Las depresiones de la gente me ponen triste, y más las de mi familia. R. sigue mal. Muy rico almuerzo (ñoquis rellenos....) pero en silencio, con ganas de muerte, con ojos oscuridad, con las lágrimas encarceladas. Y a la tarde tengo que volver... y verla, mimarla, huirme para poder seguir, y la amo mucho pero su amor duele muy adentro, a pesar de todo el tiempo y de todos los saltos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LA TRISTEZA PROFUNDA DE LOS QUE AMAN MUERE EN LA FELICIDAD DEL AMADO, ESE ES EL CAMINO QUE HACE CRECER LAS PIERNAS, LA FORMA DE AGRADECER, LA MEJOR FORMA DE PAGAR CUANDO SE INVIERTE CON AMOR. CUANDO SE REGALAN ALAS NO SE REGALAN DESTINOS PERO DESDE EL CIELO BRILLAMOS, ESTAMOS, DEJAMOS PINTADA POR SIEMPRE LA ESTELA DE NUESTRO SUEÑO.