Hoy a las 9 a.m. se fue G. con A. Los días con ellos pasaron rápidos, como un instante de furia que esperamos por siglos y que, al llegar, no alcanzan mucho más que a la instancia del arrebato.
Por largas horas las contradiciones no me dejan respirar bien, miro a todos, los analizo como si con eso fuera a descubrir lo que piensan, imagino más de lo que sería posible en la ficción y caigo, sin medida, sin fuerzas pero con todo el orgullo del que soy capáz, caigo de nuevo en la infancia perdida, y lloro de pudor por todos ellos que no dejan de habitarme.
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